Carta abierta a Latinoamérica y el Caribe: el hambre y la malnutrición, la otra cara del COVID-19
Mientras la pandemia del coronavirus se está́ conteniendo gradualmente en China, en América Latina y el Caribe se expande con gran velocidad y alcanza ya a todos sus países.
Como miembros del Frente Parlamentario contra el Hambre hacemos un llamado a las y a los tomadores de decisión a siempre considerar entre las medidas de emergencia: la protección del derecho a la alimentación de las y los latinoamericanos y caribeños.
No podemos abrir la puerta a la escasez. Debemos, entre todas y todos, velar que las cadenas de producción, transformación y suministro de alimentos se mantengan vivas.
En este punto, hacemos un llamado a los consumidores a que eviten el acaparamiento, y a las empresas privadas a que mantengan sus sistemas de distribución accesibles para la toda población, y promuevan la compra consciente y el no desperdicio de alimentos.
En América Latina y el Caribe no todo el mundo tiene los medios necesarios para alimentarse adecuadamente en un estado de cuarentena.
Por ello, también es crucial que los países aborden medidas de emergencia alimentaria orientadas a los sectores con mayor vulnerabilidad. Nos referimos, muy especialmente, a las niñas y niños, adultos mayores y aquellos que perciben menores ingresos.
Sólo por dar un ejemplo, unos 85 millones de niñas y niños en nuestra región se alimentan en las escuelas, y más alarmante aún, para cerca de 10 millones, este beneficio constituye la única fuente de alimentación segura que reciben al día.
Según la FAO, comer suficientes alimentos, diversos y nutritivos fortalece nuestro sistema inmunológico e incrementa nuestras capacidades de enfrentar enfermedades.
No olvidemos que ya existen 42,5 millones de latinoamericanos y caribeños que no cuentan con los nutrientes necesarios para llevar una vida sana y activa.
Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para que este número no se dispare y, de esta forma, evitar una crisis sanitaria, económica y alimentaria.
No olvidemos también, que nuestros países conviven con una alta prevalencia de sobrepeso y obesidad. El estrés que supone el confinamiento y el distanciamiento social, puede llevar a empeorar los hábitos y acentuar el consumo de alimentos menos saludables.
Debemos proteger la agricultura familiar y dar alternativas a los pequeños productores para que puedan, considerando todos los resguardos sanitarios, hacer llegar alimentos frescos y nutritivos a nuestra población.
No cabe duda que en este momento, más que nunca, estamos obligadas y obligados a repensar también el rol social de nuestros sistemas alimentarios, fortalecerlos para los momentos de crisis y transformarlos en sistemas más sostenibles y saludables.
Es preciso buscar opciones de colaboración, no solamente para enfrentar el actual escenario, sino para mitigar las repercusiones futuras en la seguridad alimentaria y nutricional de millones de familias.
Una de ellas, sin duda, es el inaplazable acercamiento de las universidades y el mundo científico a la política pública alimentaria. Esto sí que se puede hacer y da resultados, un ejemplo claro es el trabajo político-académico del Observatorio del Derecho a la Alimentación de América Latina y el Caribe.
En materia económica, nuestro mensaje es que: no hay razones para aumentos de precios de alimentos, fuera de los normales por los ciclos estacionales de cada país.
Por otro lado, es importante prestar atención a las opciones de política comercial y tributaria que puedan tomarse y sus posibles impactos, y, a su vez, trabajar juntos para crear un ambiente favorable al comercio de alimentos.
Este virus no respeta fronteras y todo intento individual para combatirlo fracasará. En estos momentos nuestro mayor antídoto será la cooperación internacional y la solidaridad entre los países.
Agradecemos los esfuerzos de la FAO, del Parlamento Latinoamericano y Caribeño (PARLATINO) y de las agencias de cooperación de España y de México que, pese al panorama actual que atravesamos como humanidad, han mantenido un gran apoyo hacia nosotros.
Somos alrededor de 500 legisladores de más de 20 países de la región, que llevamos 10 años luchando por la erradicación del hambre y la malnutrición, y hoy nos ponemos a disposición de los esfuerzos nacionales, regionales e internacionales para afrontar esta enfermedad global.
Hemos trabajado por mucho tiempo de la mano del PARLATINO y de parlamentos subregionales, y de múltiples actores fuera de la región, entre ellos: las Cortes Generales de España, el Parlamento Europeo, el Parlamento Panafricano y la Organización Internacional de los Parlamentos (UIP); experiencia que nos permite intercambiar conocimiento y unir fuerzas.
Siendo el puente natural entre la gente y los gobiernos, nos compete a nosotros, los parlamentarios y parlamentarias, generar las condiciones y exigir resultados.
Entre nuestras tareas está el posicionamiento de los temas en la agenda pública, la elaboración de leyes, la aprobación de presupuestos y la fiscalización de las políticas.
Por último, invitamos a todos y todas a actuar con responsabilidad y solidaridad, y a seguir rigurosamente las instrucciones de las autoridades sanitarias nacionales e internacionales.
Una América Latina y el Caribe libre de hambre, malnutrición y de coronavirus será posible
¡Trabajando juntos saldremos adelante!